La Policía Nacional ha detenido a dos personas que habían secuestrado a un ciudadano sueco durante 23 días. Le exigían el pago de 500.000 euros en criptomonedas para liberarle. Tras cinco días de intensas negociaciones con los detenidos, se estableció un dispositivo de pago entre uno de los familiares de la víctima y la organización criminal.
Los secuestradores mantuvieron a la víctima encerrada con las manos engrilletadas y con un dispositivo de localización para tenerla controlada en todo momento. Además, se tapaban el rostro con mascarillas y pasamontañas para impedir que pudiera reconocerles. Llegaron, incluso, a colocar un dispositivo de geolocalización en uno de los zapatos para tenerle localizada y controlada en todo momento.
Fueron los familiares los que avisaron a la Policía. La víctima había sido secuestrada cuando venía de Turquía a España con un amigo. A su llegada al aeropuerto de Málaga fue recogido por una tercera persona que presuntamente había sido enviada por su amigo para recogerle y llevarle al hotel donde se hospedaba. En ese momento, dejaron de tener noticias de él hasta que varios días después los secuestradores, de origen sirio y libanés, se pusieron en contacto con ellos.
Los agentes lograron dar con la ubicación de la primera vivienda donde estuvo la víctima, aunque en esos momentos ya no se encontraba allí. Los secuestradores cambiaban de localización cada cinco días y utilizaban documentación falsa, vehículos de alquiler y alojamientos turísticos.
Dispositivo de rescate
Uno de los familiares del secuestrado que residía en Estambul (Turquía) era el que estaba recibiendo las llamadas telefónicas por lo que se desplazó hasta Málaga. Los agentes establecieron un dispositivo de rescate y, tras cinco días de intensas negociaciones, se logró acordar un o para materializar el pago del rescate en un restaurante.
Los agentes establecieron un amplio dispositivo de vigilancia y observaron a uno de los secuestradores realizando diversas batidas en busca de presencia policial. Al no detectar a los agentes, se personó otro de los secuestradores junto con la víctima.
Una vez liberado, y tras recibir asistencia médica, aportó diversos datos que condujeron a los agentes hasta el último domicilio donde había estado retenido. En el registro de la vivienda, ubicada en Fuengirola (Málaga), se intervinieron los teléfonos móviles desde los que los secuestradores realizaban las comunicaciones, los grilletes utilizados para retener a la víctima, dispositivos de geolocalización y otros efectos de interés para la investigación.