El pasado viernes asistimos al estreno de la esperada y exitosa serie ANTIDISTURBIOS dirigida por Rodrigo Sorogoyen. Con una excelente factura técnica, ANTIDISTURBIOS logra reflejar con gran fidelidad la complejidad de la gestión del orden público, la dificultad de la toma de decisiones y la exigente gestión emocional en situaciones altamente desestructuradas.
Todos los antidisturbios reconocen en muchas de sus escenas atmósferas, coyunturas y episodios, de alguna forma, vividas en su exigente desempeño profesional.
Ahora bien, la serie incurre en dos falsedades tan groseras y que menoscaban tanto la imagen de profesionalidad de sus integrantes, que no puede merecer otra cosa que el mayor de los desprecios.
LOS MIEMBROS DE LAS UIP NUNCA JAMÁS HAN CAUSADO LA MUERTE DE NADIE
Primero, hay que partir de un hecho incontestable: los antidisturbios de la Policía Nacional, los miembros de las Unidades de Intervención Policial nunca, en sus treinta años de existencia, han causado la muerte de nadie, ya sea de forma directa o indirecta, ni ocasionado daños de extrema gravedad pese a las dificultades operativas a las que se enfrentan diariamente. Al contrario de lo que sí ha ocurrido en países no muy alejados de nosotros, en el seno de la mismísima Europa.
Y ello es debido a la alta cualificación de sus miembros, quienes enfrentan las más exigentes pruebas de selección. Solo de esta forma se alcanzan la profesionalidad y eficacia que reciben el reconocimiento internacional de numerosos países de nuestro entorno que, con mucha frecuencia, solicitan conocer el modelo y metodología española.
Segundo, es tan diabólico atribuir a los antidisturbios, incluso a uno solo de ellos, el consumo de drogas tóxicas que no debemos perder un ápice de tiempo en negarlo.
LA SERIE INCURRE EN DOS FALSEDADES QUE MENOSCABAN LA IMAGEN DE PROFESIONALIDAD DE LA UIP
La aparente neutralidad del relato esconde, tras esas dos falsedades, una sutil manipulación del espectador, condicionando necesariamente su visión y valoración acerca de la obra que consume.
Si cualquiera de los guionistas de la serie compartiera una jornada laboral en una furgoneta de las Unidades de Intervención Policial aprendería mucho de una forma de vivir, de un compromiso y entrega asumidos como bandera, de la alta capacitación de esos policías y de su estricta profesionalidad sin credos ideológicos.
Decía en una entrevista uno de sus protagonistas, el actor (sic) Hovik Keuchkerian, en relación con el trabajo de un antidisturbios, que alguien tiene que dedicarse a ello y que él no lo haría nunca. Claro, él no lo podría hacer por su más que evidente falta de capacidades… no superaría la más sencilla de las pruebas de selección.
Orgullo de ser UIP. Hoy y siempre.
Excelente artículo, lleno de sentimiento y realidad.. Muy buen trabajo..
Es una serie que no refleja la realidad del trabajo de UIP, que es brutal y muy profesional.