Carta desde la Escuela Nacional de Policía.
Por fin llegó el ansiado día en el que, tras mucho esfuerzo, ingreso en la ENP. Llego pronto para aparcar el coche y me dispongo paso firme a entrar. Cruzo el acceso de seguridad y, a medida que avanzo hacia la entrada, tengo la sensación de que mi vida ya no será la misma.
Llegas a la explanada cargado con tu maleta llena de ilusión y comienzas a recibir instrucciones. Estás rodeado de mil desconocidos que probablemente serán tu seguro de vida el día de mañana. Ni las mascarillas ni la distancia de seguridad puede restar un ápice de emoción a este increíble momento, y empiezas a ver que aquí no hay sitio para la improvisación, de forma ordenada somos asignados a una sección y conducidos a la que será nuestra nueva casa con el compañero que compartiremos habitación.
ni las mascarillas ni la distancia de seguridad restan un ápice de emoción a este momento
Los primeros días son de toma de contacto, pero ya empiezas a sentir que tu vida de repente no te pertenece, que formas parte de algo mucho mas grande, de una institución que representa unos valores que te acompañarán ya toda la vida y que al entrar en la academia puedes ver escritos. Numerosas charlas nos advierten de la delicada situación que estamos viviendo por el dichoso virus pero todos estamos tranquilos por las numerosas medidas que han implementado para la seguridad de todos, y empiezas a darte cuenta de que aquí no hay sitio para la improvisación.
Dejando de lado este tema, el resto de charlas que recibes hace que te sientas cada vez mas orgulloso y privilegiado de estar aquí.
ya no corres por conseguir estar aquí, corres en la mejor academia de policía del mundo, un sueño hecho realidad
Aunque esta primera semana es de adaptación, rápidamente te das cuenta que estas aquí para formarte y empiezas a organizarte. Te levantas a las 7 de la mañana para correr con tus compañeros, hace frio, llueve un poco y esta oscuro, no importa, ya no corres por conseguir estar aquí, estas corriendo en la mejor academia de policía del mundo, es tu sueño hecho realidad, que mas se puede pedir.
Terminas y tras una ducha reparadora te preparas para ir a desayunar y de ahí a clase.
Empiezas a ver que estar aquí supone ante todo disciplina y obediencia, y son los profesores y en especial tu tutor el encargado de ello. Aprendes a formar, a dirigirte con educación a los que van a enseñarte la profesión mas bonita. La academia tiene vida propia, alumnos que van a clase, otros que ya terminaron las mismas y aprovechan para correr, profesores de distintas materias que se dirigen a clase o a sus despachos… engranaje de gran precisión del que tu formas parte, empiezas a darte cuenta de que aquí no hay sitio para las individualidades y que la fuerza de esta institución reside, cual centuriones romanos, en el grupo.
Es viernes, y aunque ha sido una semana dura ha pasado volando.
Enhorabuena! Me gusta cómo lo describes.